Ven, que te quiero arropar con sábanas de espino. Dormir abrazada a ti y quemar el frío. El sabor de tu saliva a ron aguado, a errores del pasado. No sé quién aprendió de quién; a herir, a doler. Tampoco me importa. Tumbados sobre el parqué. Fuera caen gotas que son de cristal, que atraviesan la piel. Y dentro mueren las cosas que no serán. Pídeme que te cante. Pídeme, pídeme.
[Jueves, 8 de agosto de 2013, 20:17]
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