[Después de empezar unas quince veces esta entrada...venga, va, a apechugar. Tengo muy claro lo que quiero decir, pero parece que mis palabras están en huelga...pues no voy a ceder, aquí o se trabaja o se trabaja.]
¿Sabes? Es como ese momento en el que dejas de oír a tu alrededor, en el que el aire se vuelve espeso y de repente hay menos luz. Millones de ideas aparecen de la nada y revolotean, se cruzan entre ellas a velocidades incalculables. Pensamientos contradictorios como destellos fugaces, que te marean y dificultan tu respiración.
Y tú, con la mirada fija en un punto, tensión en el cuello, el corazón vibrante, la piel a punto de evaporarse y labios entreabiertos, no dices nada. Dejas escapar el aire y algo se cabrea dentro de ti, vuelves a la realidad. ¿Por qué no lo dices? ¿Por qué te lo callas?
No me digas que no estabas segura, lo estabas sintiendo. No me digas que ya no sabes si es o si sólo quieres que sea. No me digas que estás esperando a que llegue el de verdad, el que no te haga dudar.
Te crees que controlas, que sabes cuándo vale la pena y cuándo es uno más. ¿Acaso no te ha enseñado ya la vida que en eso te puedes equivocar? ¡Aaay, tonta, más que tonta!
Además, ¿sabes qué?, decirlo siempre que te venga a la mente no lo hace menos especial.
Vamos a hacer una cosa: Dile a tu cabecica que no hable tanto y que se dedique a los estudios de una vez. Aprovecha todo lo que puedas, déjate llevar y que sólo te frene tu sentido común. Total, mucho más no te pueden joder, ¿no crees?
[Domingo, 18 de diciembre de 2011, 23:53]
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